Por: Mtro. Salvador Carrasco Rico, Gerente de Operaciones Posgrados de la Escuela de Ciencias de la Salud de UVM
Era 1996 y estaba justo en la pista del estadio Jesús Martínez “Palillo”, de la Unidad Deportiva Magdalena Mixuca (Distrito Federal), a una semana de salir rumbo a mi primer campeonato internacional en la ciudad de Sídney, Australia. Competía en 100 y 200 metros planos. De pronto al salir del block de salida tropecé y me lastimé el tobillo derecho. Lo que pasó por mi mente fue: “tantos meses de arduo entrenamiento, regímenes dietéticos especiales, sin fiestas, sin desvelos y con muchos sueños de destacar a nivel internacional y poner el nombre de mi país en alto, se veían amenazados por una lesión”. La adrenalina quizá me hizo sentir menos dolor del que debería y así decidí viajar a la competencia. Ya en Sídney, estando en la pista para un entrenamiento de reconocimiento, justamente en ese momento resentí el dolor, y lo que decidí hacer fue acudir al servicio de fisioterapia.
Era fantástico, el lugar, el equipo y por supuesto los fisioterapeutas a cargo. Me revisaron y colocaron el tratamiento que me hizo competir sin ningún dolor y ganar la medalla de bronce, la primera en mi vida deportiva y la primera para mi país en esa especialidad. Desde entonces quedé enamorado de la fisioterapia deportiva y me dedico a ella desde entonces.
El papel que guarda el fisioterapeuta en el deporte es mucho más estrecho de lo que a simple vista parece y no se debe limitar sólo a la atención y manejo de las lesiones provocadas. Debemos trabajar desde la prevención de las mismas, pasando por el cuidado de su estado físico. De hecho, la World Confederation for Physical Therapy (WCPT) dice que el fisioterapeuta debe atender también al deportista de forma integral y procurar identificar y maximizar el potencial de movimiento desde la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación.
Con esto pretendo decir que la fisioterapia debe involucrarse con el deportista como paciente y persona, incluir incluso a los familiares, evaluar, diseñar, vigilar y compartir la meta de su paciente.
Si bien es importante que el fisioterapeuta conozca de deporte, es más importante que tenga las bases científicas que lo relacionen con él. Desde la fisiología del ejercicio y la biomecánica hasta sus implicaciones técnicas. Por ello el fisioterapeuta está cada vez más preparado para enfrentar este reto y encontramos en las diferentes escuelas asignaturas que están en estrecha relación con el ejercicio y la actividad física.
Más aun si tomamos en cuenta que en nuestro país existe un problema relevante de sobrepeso en adultos y niños y que los programas de salud están enfocados a la activación física, debemos considerar que en un mediano y largo plazo el porcentaje de la población que realiza algún tipo de actividad física se incrementará en forma considerable. Para cuando esto suceda la fisioterapia y su equipo debemos estar preparados para poner nuestro granito de arena y hacer que ese número de “deportistas mexicanos no sólo aumente, sino que no disminuya debido al abandono de las personas, tras una lesión que nunca pudo curar”.
Como deportista puedo decirles que me siento feliz y confiado porque veo un México cada vez más cercano al deporte, como fisioterapeuta me siento comprometido a fomentar en mis pacientes la practica de la actividad física y acompañarlos en todo su proceso, y como académico de la fisioterapia tengo la convicción de formar fisioterapeutas que perciban al deporte como una herramienta para proveer de salud a sus pacientes. No tengo la menor duda que la fisioterapia y el deporte serán eternamente hermanos de causa y efecto.
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