• La inhalación del aire contaminado rico en nanopartículas magnéticas con metales, especialmente hierro, es un factor temprano de riesgo enfermedades cardiovasculares, explica investigadora de UVM.
  • Frente a campos magnéticos, estas nanopartículas pueden moverse y atravesar membranas celulares, por lo que recomienda que niños y jóvenes reduzcan uso de aparatos electrónicos.

Una reciente investigación reveló la presencia de nanopartículas metálicas – provenientes del tráfico vehicular y de la industria- en corazones de niños y adultos jóvenes, lo cual compromete la función mitocondrial e incrementa de manera muy importante el estrés oxidativo cardiaco, informó la Dra. Lilian Calderón Garcidueñas, Investigadora de la Universidad del Valle de México y de la Universidad de Montana.

La investigación Nanopartículas de contaminación del aire ricas en hierro: un factor de riesgo ambiental no reconocido para la disfunción mitocondrial miocárdica y el estrés oxidativo cardíaco, fue publicada recientemente en la revista científica Environmental Research y se trata de una extensión de la investigación realizada en el año 2019 sobre Nanopartículas magnéticas de contaminación atmosférica derivadas de la combustión -y la fricción- en corazones humanos.

La Dra. Lilian Calderón expuso que los hallazgos indican que la presencia de partículas en el rango de nano con 100nm de diámetro o menores en organelos celulares clave, incluyendo mitocondrias, es un grave factor de riesgo para el desarrollo temprano de daño miocárdico en las poblaciones expuestas que residen en la CDMX.

La investigadora señaló que el estrés oxidativo excesivo y descompensado en las mitocondrias del miocardio se traduce de manera inmediata en una incapacidad del aparato mitocondrial con daño oxidativo a proteínas, lípidos y ADN. El daño a las mitocondrias es catastrófico y les impide realizar sus labores normales de producción de energía, entre otras. En un órgano tan dinámico como el corazón, este daño se traducirá en hipertrofia de las células miocárdicas del endotelio, inflamación, trombosis y muerte celular, donde nada puede reemplazar a las células miocárdicas.

Los resultados de este estudio revelaron la abundante presencia de nanopartículas redondeadas, densas en electrones -en su mayoría 15–40 nanómetros-, en el ventrículo izquierdo y los hallazgos se encuentran incluso en niños de tres años de edad, residentes de la Ciudad de México. Estas minúsculas partículas son fuertemente magnéticas, por su contenido en magnetita y/o maghemita.

Calderón indicó que la importancia del magnetismo de estas nanopartículas radica en el hecho de que, frente a un campo magnético, tienen capacidad de moverse y atravesar membranas celulares, causando daños potencialmente severos. Sabemos que el rango de exposición diaria a campos magnéticos en extenso y va desde el uso de secadores de pelo, hornos de microondas, teléfonos celulares, monitores de las computadoras hasta exposiciones ocupacionales como soldadores y trabajadores expuestos a cables y torres de alta tensión, transmisoras de radio, televisión y telefonía celular.

“Por lo tanto, es imprescindible reducir o quitar el uso de aparatos electrónicos en las edades tempranas, sobre todo porque desde la niñez se ha incrementado su uso”, advirtió.

La investigadora explicó que para llegar a estos resultados se examinó el tejido ventricular izquierdo postmortem de 63 niños y adultos jóvenes, residentes de la Ciudad de México, en donde los niveles de PM2.5 frecuentemente exceden los estándares de la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés).

Agregó que las nanopartículas mitocondriales son indistinguibles de las prolíficas nanopartículas ricas en hierro, derivadas de la combustión y de la fricción, prolíficas en entornos urbanos, en carretera, emitidas por el tráfico y por fuentes industriales.

Por otro lado, de acuerdo a la revisión de un sin número de trabajos de investigación, en su artículo la Dra. Calderón detalla que la exposición a corto plazo a PM2.5 aumenta el riesgo de infarto agudo de miocardio hasta en un 5%, mientras que las exposiciones a largo plazo conllevan un mayor riesgo (20%) de eventos cardiovasculares, mientras que la exposición a concentraciones ambientales más altas de PM2.5 también se ha relacionado específicamente con el desarrollo de placas coronarias de alto riesgo.

Las enfermedades cardiovasculares tienen varios componentes, un factor es el ambiental y este incluye la contaminación ambiental, indiscutiblemente incluye la nutrición. Además, la investigadora puntualizó que la alimentación protege hasta cierto punto de los efectos de los radicales libres de oxígeno, sin embargo, hay un límite.

Calderón consideró que es imprescindible que los niños realicen ejercicio en ambientes cerrados, evitar actividad física al aire libre, reducir o evitar el uso de aparatos electrónicos, aumentar los tiempos de lectura, ya que esto permite tener una reserva cognitiva, tomar Vitamina D, una dieta balanceada con abundantes verduras, nueces, almendras, pescados, carne roja en cantidades moderadas, aceite de oliva y evitar bebidas con fructosa y bebidas energéticas.

La Dra. Calderón enfatizó que estos hallazgos de nanopartículas metálicas y magnéticas en las mitocondrias del corazón de todos los residentes de la Ciudad de México, añade una faceta de gravedad a las exposiciones altas de partículas suspendidas finas en la Ciudad, en especial ahora ante la pandemia por COVID-19.

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