Por. Mtro. Armando Puebla Maldonado, docente de las carreras de Negocios en la Universidad del Valle de México, Campus Lomas Verdes

Las agencias de calificación de riesgos o agencias de clasificación de créditos, son empresas que, por cuenta de un cliente, califican unos determinados productos financieros, ya sean de empresas, estados o gobiernos regionales.

La razón principal de ser de estas empresas es emitir calificaciones que valoran el riesgo de impago y el deterioro de la solvencia del emisor. Para ello utilizan modelos que les sirven para valorar el potencial económico del sujeto analizado. Es decir, informan por ejemplo de si una inversión en un determinado producto financiero (letras del tesoro, bonos, acciones, etc.) es arriesgada, analizando la posibilidad de que el inversor cobre los intereses y de que recupere el dinero una vez vendido el producto.

Para los inversores, bancos de inversión, intermediarios y gobiernos, las agencias de calificación de riesgos aumentan el abanico de alternativas de inversión y proporcionan medidas de riesgo relativo fáciles de usar. En general esto incrementa la eficiencia del mercado, al reducir los costes tanto para el que presta como el que toma prestado. A su vez, esto aumenta la disponibilidad total de capital riesgo, lo que conduce a un crecimiento más fuerte. Además esto abre los mercados de capitales a categorías de buscadores de préstamos que no podrían acceder a este mercado de otra manera, como gobiernos pequeños, empresas que empiezan, hospitales o universidades.

Cuando un gobierno, empresa, banco, etcétera, quiere emitir deuda o solicitar financiación, encarga a una agencia que la evalúe. Esta evaluación sirve a los inversores y prestatarios de orientación para marcar el tipo de interés al que concederían la financiación. Es por ello que en el mercado suelen coincidir los días en que los países solicitan deuda con los anuncios de calificación por parte de las agencias.

Para obtener ingresos, las calificadoras  se han basado en un modelo de negocio en el cual difunden sus calificaciones sólo a los suscriptores, quienes dan un pago por estar suscritos. Las suscripciones suponían la mayor parte de los ingresos de estas agencias. Hoy en día la mayoría de las pequeñas agencias de calificación de riesgos conservan este modelo de negocio, cuyos partidarios consideran que permite a las agencias publicar calificaciones que son menos probables de estar influenciadas por determinados tipos de conflictos de interés. En contraste, la mayoría de las grandes y medianas agencias de calificación (incluyendo a Moody’s, Estándar & Poor’s, Fitch, Japan Credit Ratings, R&I, A.M. Best y otras) se basan en que la mayoría de los ingresos provienen de los pagos que les hacen los emisores de créditos.

Pareciera que estas agencias tienen una fuerte reputación a nivel internacional, pero no es tan cierto. Han estado sometidas a una fuerte crítica cuando ninguna supo pronosticar  la crisis económica de 2008. A nivel empresarial tampoco han salido bien libradas. Estas agencias han demostrado sus carencias para predecir  la situación financiera como la de la empresa norteamericana Enron (su calificación permaneció en niveles normales 4 días antes de que la empresa fuera a la bancarrota, a pesar de que las agencias de calificación sabían de los problemas de la empresa durante meses), y también en el caso de la empresa Lehman Brothers, que tenía una buena calificación justo antes de su debacle.

La Comisión de Mercado y  Valores de Estados Unidos (SEC) reporta que tres de las más importantes agencias de calificación crediticia son las siguientes: Standard & Poor’s – Estados Unidos Moody’s – Moody’s Investors Service – Estados Unidos y Fitch – Fitch Ratings – Estados Unidos – Reino Unido.

Una de ellas, Mood´ys fue la que le otorgó la calificación de A3 (triple A) a México.

*Las opiniones expresadas en este texto son  responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, la postura institucional de la UVM.

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