El trabajo de la investigadora mexicana Lilian Calderón Garcidueñas -médico, especialista en anatomía patológica y neuropatología y doctorada en toxicología ambiental colaborando con la Universidad del Valle de México y la Universidad de Montana-, titulado Desarrollo y progresión de Alzheimer en niños y jóvenes adultos urbanos: nanopartículas, mitocondrias, retículo endoplásmico y havoc celularfue incluido en la reciente publicación del libro Ambient Combustion Ultrafine Particles and Health de los editores Doug Brugge y Cristina H. Fuller (ISBN: 978-1-53618-831) 

La obra expone en catorce capítulos, una recopilación de trabajos de 39 investigadores de reconocidas instituciones, provenientes de países de América, Europa y Asia, sobre la relación causa-efecto entre la exposición a partículas ultrafinas-partículas menores a 100nm, resultantes mayormente de la combustión de combustibles fósiles y de fuentes como basura electrónica, productos alimenticios y de uso diario como pastas dentríficas, bloqueadores solares, etc.- y efectos adversos para la salud.

En la reseña, los autores señalan que a diferencia de las partículas de polvo que se ven flotando en un rayo de luz o el humo de un cigarrillo, las partículas ultrafinas están presentes en grandes cantidades y, sin embargo, no se ven. Cada respiración normal que tomamos es de 200 a 300 centímetros cúbicos, por lo que a lo largo del día los individuos con un ritmo respiratorio normal inhalan fácilmente miles de millones de partículas ultrafinas del medio ambiente que les rodea. 

Estas partículas por su tamaño minúsculo atraviesan todas las barreras biológicas presenten en nuestro organismo: la barrera hematoencefálica, nasal-olfatoria, gastrointestinal, placentaria y las barreras presentes en la piel y mucosas. Una vez dentro del organismo, estas nanopartículas pueden viajar libres en la circulación o bien viajan en el Caballo de Troya que son los glóbulos rojos y los blancos y alcanzan prácticamente cada tejido y órgano, incluyendo el cerebro, corazón, vasos sanguíneos, hígado, riñones y por supuesto la placenta y el feto.

La Dra. Lilian Calderón expuso que el núcleo de sus investigaciones ha sido definir el inicio y la progresión de los cambios patológicos de las enfermedades de Alzheimer y de Parkinson y su prevención. 

El deterioro cognitivo temprano en las poblaciones pediátricas y de adultos jóvenes expuestos a la contaminación ambiental debe de ser prevenido.  Señaló que las deficiencias cognitivas están devastando literalmente las poblaciones expuestas y que, las consecuencias sociales, educativas, judiciales y de salud ya están siendo documentadas.

En el capítulo 5, la Dra. Lilian Calderón planteó que las nanopartículas derivadas de la combustión y la fricción juegan un papel importante en el desarrollo temprano y/o en la aceleración de la enfermedad de Alzheimer. 

Calderón ha documentado y publicado la neuropatología para diagnosticar las enfermedades de Alzheimer y de Parkinson en 203 autopsias forenses consecutivas en individuos menores a 40 años de edad, por lo que es de extrema preocupación saber que 202/203 autopsias de individuos residentes en la Zona Metropolitana de la CDMX muestran ya datos de Alzheimer en el 99.5% de los casos y en el 20% existen también datos de la enfermedad de Parkinson. Inmunoreactividad al Tau hiperfosforilado, Beta amiloide, y alfa-sinucleina son identificables en bebes de menos de 1 año de edad, mientras que estadios más avanzados se observan en la tercera y cuarta décadas de la vida.

La investigadora, advirtió que un cerebro en desarrollo es muy vulnerable a compuestos o materiales neurotóxicos, por lo que desde la etapa intrauterina hasta la adolescencia y la edad adulta temprana (aproximadamente hasta los 26 años de edad), las nanopartículas pueden provocar neuroinflamación, estrés oxidativo, daño del ADN, deficiencias en los mecanismos neuroprotectores,entre otros.

Calderón Garcidueñas, explica que la hipótesis de trabajo establece que el denominador común de daño cerebral incluirían las nanopartículas ricas en hierro resultado de la combustión y fricción y las nanopartículas con metales como el Titanium (por ejemploTiO2) las cuales ingerimos como parte de aditivos alimentarios que producen daño extenso a organelos como mitocondrias, retículo endoplásmico así como heterocromatina y membranas nucleares y citoplasmáticas. Básicamente no existe ningún componente celular que no pudiera ser un blanco de la acción dañina de las nanopartículas.

Indicó que los investigadores de esta línea han sugerido firmemente que la infancia y la adolescencia son fundamentales para el daño cerebral asociado con la exposición a contaminantes ambientales, y sus propios estudios han mostrado la persistencia y progresión de las lesiones de Htau en edades pediátricas. Factores genéticos y otros incluyendo dietas no balanceadas, síndrome metabólico, diabetes, etc., también contribuyen al desarrollo de estas enfermedades neurodegenerativas.

La existencia de marcadores de las enfermedades neurodegenerativas más frecuentes en poblaciones jóvenes: las enfermedades de Alzheimer y de Parkinson representa un grave problema de salud a corto y largo plazo y la necesidad urgente de políticas públicas que protejan a la población.

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