Ciudad de México, 5 de abril de 2018.- Identificar si los adolescentes, hombres y mujeres, sufren de algún trastorno alimentario suele ser muy difícil pues quienes están pasando por un padecimiento así, suelen esconderlo muy bien, por eso los padres de familia deben estar muy atentos a las señales de alerta, comentó la Maestra Yazmín Ramírez Martínez, Psicóloga de la Universidad del Valle de México Campus Chapultepec.

De acuerdo con la Secretaría de Salud, en México, cada año se registran cerca de 20 mil casos de anorexia y bulimia, siendo la población de entre 15 y 19 años de edad la más afectada, y es por ello que la también Coordinadora del Programa de Psicología pidió a los padres estar pendientes a los cambios de conducta, así como a la modificación sutil de hábitos alimenticios o de horarios de sueño; también pidió prestar atención a si muestran constante temor a aumentar de peso y/o, a una percepción distorsionada de su propio cuerpo y dicen verse gordos, aun cuando sea todo lo contrario.

Los trastornos alimenticios pueden provocar alteraciones importantes en el organismo y si no son atendidos, pueden llevar a la muerte. Por eso es clave detectarlos a tiempo.

Los adolescentes atraviesan por un bombardeo de estereotipos de belleza, de comportamiento; las chicas desean ser como sus blogueras preferidas, ven los videos, están al pendiente de las fotos y recibiendo todo el tiempo estos mensajes.

“Hemos puesto en un nicho muy importante el asunto de la vida saludable, pero ésta tiene un margen muy delicado, muy delgado, una tendencia a la vigorexia, que es mantenerse fuerte, ejercitarse demasiado, es un trastorno que nos habla de: no pueden dejar, no pueden parar los jóvenes de estar en la actividad física porque quieren ver su cuerpo de una manera específica, musculosa, atlética”, señaló la maestra Ramírez.

Cuando un niño presenta algún problema de alimentación, explica la Psicóloga, los padres suelen atribuirlo fácilmente a una razón médica; pero en la adolescencia se van dejando un poco esos cuidados.

“Damos por hecho que un adolescente o come mucho o come poco por cuestiones de la edad, y dejamos abierto el parámetro de señales, que a veces pueden estarnos hablando de un trastorno alimentario”, comentó.

Agregó que algunos síntomas no tan claros, van acompañados y están tratando de decir algo: “cuando el adolescente tiene un comportamiento abrupto de conducta nos está diciendo algo, es decir, si estaba comiendo de una manera constante y repentinamente empieza a dejar la comida, está bajando de peso, hay un cambio en su semblante, puede estar acompañado de cambios en el sueño, porque cuando modificamos nuestra alimentación inmediatamente impacta nuestro sueño, nuestro desempeño, son patrones muy claros de que algo le ocurre”, indicó.

En los casos mencionados hay que acudir inmediatamente a un médico. “No hay que esperar a que pase un año para llevarlo a consulta, sino inmediatamente; no debemos esperar a que la anorexia o la bulimia empiecen a hacer estragos en su organismo”.

Aunque el tratamiento es muy especializado, brevemente mencionó que el primer paso es revisar si el paciente tiene daño orgánico, también se explora la parte emocional y se busca estimular de nuevo la alimentación; inclusive se llega a involucrar a toda la familia en el tratamiento.

“Debe participar toda la familia, se dispone que haya menús para todos, que se integren, es muy importante; los cambios que se hacen a nivel psicológico conductual no pueden ser aislados, tiene que participar toda la familia y con quién convive el adolescente o el niño, todos deben modificar sus hábitos”, manifestó la maestra Ramírez.

Finalmente, la psicóloga de UVM Campus Chapultepec, hizo hincapié en la importancia de escuchar a los adolescentes. A veces como padres o como cuidadores pasamos más tiempo hablando que escuchando al adolescente, al niño, al joven, a la mejor, a veces hay que aprender a guardar silencio y ser más observadores y escuchar tras cada línea qué nos están queriendo decir nuestros hijos”.

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