• Don Juan Plaza, se considera un sobreviviente a causa de esta enfermedad.
  • Llegó en Silla de Ruedas, ahora utiliza bastón, gracias a la rehabilitación en la Clínica de Fisioterapia en la UVM Campus Chapultepec.

El 9 de febrero del 2009 es una fecha que Juan Plaza Zúñiga nunca va a olvidar. Era un día como cualquier otro, cuando  de repente comenzó a sentirse mal y acudió a un hospital aquí en la ciudad de México.  El diagnóstico: Infarto Cerebral.

En un instante la vida de Juan Plaza, de 45 años de edad, cambió por completo como consecuencia de sus elevados niveles de colesterol, triglicéridos, grasa en las arterias y, estrés.

De acuerdo con la Maestra Hilda Patricia Velázquez, Coordinadora de Rotaciones Clínicas de la Universidad del Valle de México Campus Chapultepec, aproximadamente cada 30/100,000 habitantes en el Distrito Federal, padecen este problema. Causando 30,000 muertes (en unos 5 años), el infarto cerebral es la tercera causa de mortalidad en mujeres y la cuarta en hombres. “De hecho, a los pacientes que pasan el trance del infarto cerebral, se les denomina “sobrevivientes” “, comentó la docente de UVM.

El infarto cerebral se presenta en mayor medida y riesgo entre los 55 a 75 años de edad, aunque se considera una enfermedad de personas mayores, siendo mayor la proporción en hombres.

Un infarto cerebral es la falta de oxigenación en una o varias arterias que irrigan el cerebro, provocando muerte cerebral y, dependiendo del lóbulo que afecte, se presentará: flacidez o espasticidad, parálisis o debilidad de un lado del cuerpo, problemas de sensibilidad, problemas para caminar, falta de coordinación, dificultades con el estado de ánimo, pérdida del esquema corporal y/o dificultades para hablar.

El señor Juan Plaza se considera un “sobreviviente”. “Por mucho tiempo pensé que mi vida se había terminado. Cuando llegué a la Clínica de la UVM en el 2011, lo hice en silla de ruedas. Ahora, gracias a las terapias de los jóvenes estudiantes y los docentes, ya uso bastón, camino por mí mismo, viajo en el metro y en el transporte público. El avance curativo ha sido muy grande”, comentó.

La Maestra Hilda Patricia Velázquez, quien asiste al Señor Juan Plaza, confirmó que el paciente cuando llegó a la Clínica de la UVM Campus Chapultepec no  tenía movimiento en la mano ni en el pie, necesitaba la silla de ruedas porque no podía ponerse en pie sin sostenerse de algún objeto. “Actualmente se logró un movimiento, lo llamaremos funcional, porque puede ser independiente en muchas cosas aunque con problemas de control del movimiento. Se podría considerar que el paciente es independiente, porque puede caminar con ayuda del bastón”.

La terapia que el señor Juan Plaza recibe en la Clínica UVM de Campus Chapultepec es una reactivación de sus neuronas, lo están reeducando en sus movimientos de mano, pies, vista y boca. “Hay mucha calidad en esta clínica, señaló Don Juan. Cuando vengo a las terapias, conozco mucha gente de diversos estratos sociales y la atención es igual para todos, sin distinción. La gente viene muy dolida, triste, incluso hay quienes han intentado quitarse la vida, pero aquí las terapeutas son muy cariñosas, muy humanas, conviven con nosotros como si fuéramos su familia, es un excelente servicio”, manifestó.

A la fecha, la Clínica UVM de Campus Chapultepec cuenta con 21 pacientes en condiciones similares al señor Juan Plaza. La terapia individual que les brindan está basada en objetivos. Las técnicas de recuperación que se utilizan son neurodesarrollo (ejercicios para recuperar el desarrollo normal del movimiento en diferentes posturas), ejercicios especializados para recuperar en lo posible el movimiento “normal”, de estiramiento, de fortalecimiento, de coordinación, reeducación de la marcha; terapia ocupacional; tratamiento para recuperar la sensibilidad, el equilibrio, la propiocepción (sensibilidad profunda); y, aunque no son expertos, señala la docente de UVM, trabajan un poco el lenguaje.

Finalmente, la maestra Hilda Patricia Velázquez comentó que existen muchos factores para que un paciente pueda rehabilitarse de un infarto cerebral, como la edad, la actividad previa, la zona de lesión, cuántos lóbulos cerebrales se dañaron, el tiempo  de evolución. “La evidencia ha  demostrado que mientras más prematuro es el tratamiento, mejores resultados se obtienen, incluso llegando a lograrse en algunos pacientes, la curación total”, concluyó.

SMH/AZC

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